Nombres imponentes: Buick Roadmaster


Pocos nombres se me ocurren más sonoros que Roadmaster en el mundo del automóvil. Lo cierto es que fueron los maestros ruteros de la marca Buick desde que se lanzaron en 1936. Eran los más grandes -ya por aquellos años superaban con creces la tonelada y media-  con innovaciones a nivel mundial, como la caja de cambios automática Dynaflow y motores que nunca bajaban de ocho cilindros. No menos importante, los precios eran notablemente inferiores a los de un Cadillac.

La última generación del buque insignia de Buick salió en 1991, después de 33 años de ausencia. Pero aún así cumplió con lo que debía ser un Roadmaster de manual.


Los Buick Roadmaster pertenecen a lo que en Estados Unidos llaman full size, que -corríjanme si me equivoco- equivale al Segmento F. Sea como sea, es un coche grande, tanto en su versión sedán como la protagonista de hoy, la Estate. Estamos hablando de un coche de más de cinco metros de largo. Se describe muchas veces como un yate de carretera, y de hecho su diseñador jefe -Wayne Cady- pretendió algo así. Le sirvió de inspiración un clíper -una especie de barco a vela- característico por su forma alargada y estrecha.

A simple vista llama la atención sus grandes voladizos, sobre todo el trasero. Esto hace que para algunos tenga un diseño desproporcionado, puesto que también la inclinación del pilar A es bastante acusada.


Estéticamente también tenía una decoración estilo woodie, que no deja de ser un homenaje a los Roadmaster de la década de los cincuenta, que sí incorporaban madera de verdad. Otro detalle interesante en la versión Estate es la claraboya central, lo que para muchos es lo único que lo diferencia del modelo Chevrolet Caprice, coche con el que comparte muchos componentes.

El interior -lo verdaderamente importante en un coche de este estilo- es el típico americano. No tiene asientos individuales, tiene bancos. Esto le permite tener 8 plazas: las tres personas que pueden ir delante gracias a la consola flotante y el asiento del centro. En la fila trasera, pueden ir dos adultos de tamaño americano y quizás otro de tamaño europeo en medio y además dos asientos plegados en el maletero en el sentido contrario al de la marcha, más propicio para niños o adultos que puedan sentarse como un Playmobil.

El maletero, por su parte, necesita prácticamente otra entrada. Al final, en un coche con un voladizo trasero tan exagerado no tener un buen baúl -como dicen en algunas parte de latinoamérica- sería un fracaso.


Lo primero que llama la atención es la apertura lateral de la puerta -también puede abrirse tipo pick-up mediante un botón- que va acompañada de una luneta trasera practicable. Un detalle funcional. Dentro, a ambos lados, hay varios compartimentos de considerable grosor. Aún restando este espacio el Buick Roadmaster Estate tiene una capacidad con todo los asientos en su sitio de 1548 litros. Plegando los dos asientos traseros -tercera fila- el volumen total asciende a 2616 litros. Eso excede según una prueba el volumen total del habitáculo de un Geo Metro, un coche contemporáneo del segmento B.

En la actualidad no hay una berlina de segmento F que tenga versión familiar. Pero si lo comparásemos con un SUV equivalente como un Audi Q7, también saldría perdiendo, con un volumen que no llega a los 900 litros. Si nos vamos a la versión sedán del Roadmaster, los datos son más discretos; 595 litros. Estos son más que los de un Mercedes Clase S actual (510 l), pero pobres si los comparamos con un Octavia sedán -600 litros- que está varios segmentos por debajo.


Unida a su sobresaliente capacidad de maletero, estaba una extraordinaria capacidad de arrastre. Hasta 2.267 kilos, aunque se podía aumentar hasta las más de 3.100 con una serie de ajustes en el enganche y en la gestión electrónica. Esto supera a lo que puede remolcar un Skoda Kodiak, que tiene opción a motores diésel. Este tipo de datos tiene su sentido y es que estamos hablando de un coche recreacional con el que transportar una lancha al lago más cercano, e imitar todo ese estilo de vida de películas de sábados por la tarde.

En cuanto a las prestaciones, siempre montó motores gasolina V8. El primero de ellos un 5.0 litros atmosférico de solo 180 CV,  siempre relacionados con una caja de cambios automática de cuatro marchas. A los pocos años recibió el LT1 V8 de 5,7 l con la potencia aumentada a 260 caballos y 454 NM de par. Este propulsor era el mismo que recibió el Chevrolet Corvette, pero con cuarenta caballos menos.


Dinámicamente es todo lo que se puede esperar de un coche de este estilo. Es una berlina que deja notar sus inercias, sus ladeos son constantes, pero a cambio flota en la carretera y la sensación de confort es total. Ayuda a esto unos asientos que son calefactables, entre otros muchos ajustes, siendo estos cómodos de por sí, aunque con la pega que sujetan entre poco y nada.

Su dirección está totalmente aislada de la carretera, lo que la hace poca informativa. Pese a su masa -algo más de dos toneladas- es un coche que responde sobretodo con la versión más potente del V8. Aún así es una respuesta tranquila, en parte, por su caja de cambios automática. Sus consumos se califican de altos en ciudad aunque literalmente "sorprendentemente aceptables" en autopista.


El Buick Roadmaster terminó su producción en Diciembre de 1996 con más de 220.000 unidades vendidas tras solo cinco años en el mercado. La caída de ventas se debió a que el mercado ya había empezado a mirar a los Sport Utility Vehicles (SUV) y a los monovolúmenes. La fábrica que produjo el Buick y sus hermanastros, Chevrolet Caprice, Oldsmobile Custom Cruiser y Cadillac Fleetwood, empezó casi de inmediato a producir los Tahoe y Suburban, que dejaban márgenes de beneficios más altos.

Conocido despectivamente como Roadmonster, fueron coches con la fama de ballenas varadas, pesados, y destinados únicamente a los abuelos. Sin embargo, el coche demostró ser una ganga en muchos aspectos, gozaba de buen equipamiento, era espacioso sobre todas las cosas, y tenía un potente motor que le hacía tener una agilidad bastante aceptable. Fue, incluso, la ranchera de General Motors más potente hasta la fecha. A día de hoy sigue siendo un coche totalmente recomendable: mecánicamente es fiable y posee un gran mercado de repuestos. Por 10.000 euros que cuesta un Estate, de segunda mano, pocas cosas más espaciosas y potentes podrás encontrar. Y tampoco vale la pena olvidar el sedán, que es como unos cinco mil más barato. Con menos espacio, pero con el mismo confort y motor.


Fuentes: Bloomberg | The New York Times | Car.info



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Comentarios

  1. Esencia de la familia americana con tres hijos y perro en estado puro, jejeje (¿Los Simpson?) Bromas a parte, como concepto de coche familiar me parece todo un logro, aunque creo que en Europa, donde no gozamos de tanto espacio, sería inviable tener un coche así.
    Estéticamente no me desagrada, creo que lo único que cambiaría sería la distancia entre ejes, aumentándola para que no diese la impresión de tener ese enorme voladizo trasero, pero claro, al haber una versión sedán con la que compartir elementos se comprende que fuese una opción inviable por costes de producción.

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    1. Sí, es un coche muy achacable a cualquier producción norteamericana y su estilo de vida "tipo". La distancia entre ejes como dices, al final se trata de sinergias, con una plataforma que debía usar la mayor cantidad de marcas posibles pues es lo que tiene. Seguramente si el equipo de diseño hubiera tenido en su mano los recursos, el coche luciría mucho más armónico.

      Saludos!

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  2. Te pones a mirar las fotos y es un coche que hechiza por su linea y por lo que durante muchos años ha representado para la industria americana , coches grandes muy potentes y muy confortables destinados especialmente para la carrtera, no me lo imagino para el dia a dia ni callejeando mucho...
    Es una pena que la evolución en el diseño y los mercados cambien tanto que muchas veces hay tipos de carrocerías que caen en el olvido, ahora todo es SUV, solo en apariencia y el mono volumen tambien va desapareciendo como lo lo hicieron las "rancheras", "breaks" o "familiares", creo que algunos países como Argentina se denominan "rurales", pero no estoy muy seguro...
    Una pena que estas bellezas las tengamos que ver como restos de la arqueología del automóvil, pero es el precio que se paga para poder ser un clásico.
    Un saludo!

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    1. Coincido contigo, el coche tiene algo que hechiza, y su diseño representa muy bien lo que es; un verdadero barco de carretera, que incluso flota sobre esta. También he oído lo de "rurales", así que es muy posible. Creo que esas denominaciones tan nuestras como rancheras se están perdiendo a favor de los anglicismos.

      Saludos!

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  3. Imagino que debe ser toda una experiencia, no todos los días puede uno disponer de un transatlántico para uso particular.
    Ese V8 debe mover la mole como si fuera un R5 potenciado.
    De todos modos, tengo mis teorías acerca del tamaño ideal de cualquier vehículo para transporte personal o familiar.
    Mi idea es que el hombre es la medida de todas las cosas, y no sólo en cuanto a tamaño.
    Por ejemplo, descreo de las Bugattis valoradas en millones.
    Aunque sean hechas a mano, aunque te vendan tradición y excelencia, un auto no debe costar más que la persona que lo maneja.
    Y mientras los autos aumentan el porte y el precio, nosotros los mortales disminuimos nuestro valor, una triste relación inversa: unos suben y nosotros bajamos.
    Una lástima porque en verdad me encanta sentarme frente a un tablero con tantos botoncitos.

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    1. Al final en un coche, y bueno, en casi todo el sistema capitalista que tenemos lo que se valora en la mayoría de ocasiones es lo intangible. Que las grandes berlinas generalistas de este segmento hayan desaparecido te da una idea, y es que han dejado desnudo a sus compradores. Solo son coches de representación.

      De todas formas, este Buick dentro de lo ilógico es lo más lógico que puedes comprar. Y es que tiene tangibles, que para una familia, pueden ser de gran utilidad. Saludos!

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  4. Oh My God!
    100 por 100 yankee, por tamaño, motorizaciones, interiores y estilo con esos paneles recreando el estilo woodie tan de moda en los 80.
    Personalmente a Buick siempre la he visto como una especie de sucedáneo de Cadillac (dentro de la misma compañia GM), con modelos imponentes; Riviera, Le Sabre, Park Avenue, Electra y parecían especializados en el mercado Stationwagon.
    Parece que últimamente te van los coches norteamericanos amigo.

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    1. En mi caso siempre he visto a Cadillac en lo más alto de las grandes representativas americanas, posiblemente por ser la que menos se ha prostituido. Con Buick, que ha pasado a ser una generalista en China y que en su propio país ha sido últimamente una Opel venida a más...

      Y sí, estoy redescubriendo las joyas del continente americano, en esta cuarentena. Saludos!

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