Antarctic Snow Cruiser: una historia que vale la pena contar


La Antártida siempre ha sido un lugar que ha levantado todo tipo de elucubraciones. Todo esto, históricamente, es debido a lo inhóspito del lugar. Quizás el desafío de ir a la Antártida era mucho mayor en el pasado, o simplemente estaba más de moda. Hoy en día sigue teniendo teóricos que especulan con el porque a día de hoy es un lugar tan místico. A modo de curiosidad, contaré algo que escuché de un investigador, en que afirmaba que en los Polos, hay unas entradas hacia el centro de la tierra.

Aunque no valoraré la anterior afirmación, el almirante Richard E. Bird y el científico y diseñador del Antarctic Thomas Poulter tendrían sus motivos para iniciar en el caso del almirante, su tercera expedición al ártico.



El vehículo que ves en las imágenes ya es apasionante por su aspecto, claramente se puede ver que es enorme. Para poner en contexto su imagen, nada mejor que meternos en cifras: 34 toneladas de peso (totalmente cargado), 6,06 metros de ancho y 17 metros de largo. Su carrocería parece la de un juguete, pero en tamaño gigante. Sin embargo, por dentro hay todo un mundo, aunque hablaremos de ello más adelante. Antes hay que conocer el periodo histórico en el que concibió este vehículo.

En el año 1939, el Gobierno de los Estados Unidos financió una exploración que ya preparaba el almirante Richard E. Bird, la que sería su tercera incursión en el Antártico. ¿El motivo para que los EEUU se implicaran en el proyecto? En una época en que la SGM era inminente, los estadounidenses informados que una expedición alemana estaba explorando las costas antárticas decidieron participar en la expedición, debido al riesgo de que los alemanes proclamaran su soberanía allí.


El futuro de la exploración Antártica pasaba por el transporte terrestre, afirmaba Thomas Poulter. Y es que el transporte aéreo como podemos imaginar tiene muchas dificultades, clima cambiante, fuertes vientos, poca visibilidad. Así que el científico diseñó un vehículo con el que se fuera capaz de atravesar grietas de hasta 4,6 metros de ancho, con una autonomía de entre 6.500 kilómetros y 9.500 kilómetros. Esto permitirá moverse por la superficie antártica durante un año, las 24 horas.

En su interior debía albergar espacio suficiente para realizar experimentos científicos, llamémoslo laboratorio, capacidad para 5 o 6 personas, y víveres suficientes para vivir un año. Además, tenía por supuesto una cocina, un taller de soldadura y una sala de control. Por si fuera poco podía albergar un pequeño avión en el techo como podremos ver en las siguientes imágenes.



En lo que respecta a su parte técnica, se propulsaba mediante dos motores Cummins Diesel de unos 152 CV cada uno. Cada una de sus enormes ruedas se propulsaba mediante unos motores eléctricos, situados en el interior de los ejes. Por si estas características técnicas no fueran suficientes, sus ruedas eran retráctiles, gracias a un potente sistema hidráulico, que conseguía que se plegaran totalmente dentro del guardabarros o se elevaran un metro. Este sistema es esencial para la expedición, puesto que sin él, no se podía sortear las grietas de hasta 4,6 metros de las que hablamos anteriormente.

El proyecto ya estaba completo y el 8 de agosto de 1939 se inició su construcción. En tan solo 11 semanas se terminaría y es que corría prisa. El 24 de Octubre de ese mismo año, se puso por primera vez en marcha en la Pullman Company, situada en el sur de Chicago. Desde allí partió en un viaje de 1.640 kilómetros a Boston.

Sistema de plegado de ruedas


El viaje estuvo lleno de imprevistos, lógicos en un vehículo en el que apenas se había probado nada. Pinchazos, incendios en el sistema de frenado, en la dirección...Incluso el pequeño incidente que se puede ver en la imagen superior, donde al pasar por un pequeño puente que era más estrecho que el Antarctic Snow Cruiser éste se deslizó. Estos problemas habrían pasado como una anécdota más, pero al final terminaría siendo premonitorio del éxito de la misión.

A pesar de todo ello embarcaron en el North Star el 15 de Noviembre de 1939, rumbo a la Antártida.


A principios de Enero de 1940, este crucero terrestre, llegaría a su destino. Para bajar a este coloso del barco se construyó una rampa de madera que cedió por unas de las partes debido su peso. Consiguió sobreponerse aunque a los pocos metros, cuando circuló por la nieve, darían con un problema que lastraba con todo el resto de la misión. Las ruedas sin dibujo, giraban sin control en la nieve y tratando de buscar tracción se hundían aún más. Todo esto, es debido a que las estimaciones fueron erróneas, Thomas C. Poulter, esperando que la nieve fuera más compacta optó por neumáticos sin dibujo.

¿La solución? Colocar tablones de madera para que así pudiera traccionar. A pesar de ello, se conseguían avanzar muy pocos metros. Optaron entonces por colocar dos ruedas extras en el eje delantero y cadenas en el trasero. También se intentaron ajustes en los motores eléctricos, pero no funcionó. Estos se calentaban.




El 24 de Enero el buque North Star tenía que regresar, y Thomas Poulter instó a su equipo a volver en una época en la que la nieve estuviera más compacta. Muy a su pesar el crucero de la nieve quedó abandonado en la Antártida hasta nuevo aviso. Las pruebas habían sido un fracaso.

En ese mismo año, toda su tripulación intentó poner al gigante en marcha de nuevo, lo consiguieron. Con las temperaturas más frías, la nieve era más compacta y el Antarctic Snow Cruiser circulaba mucho mejor, sin embargo, la satisfacción no duró mucho, puesto que los días posteriores el estado de la nieve cambiaba y se volvía a quedar atascado. A ello se le sumó otros fallos, en fusibles y circuito eléctrico.


El Snow Cruiser serviría entonces como base permanente e inamovible durante aproximadamente un año. Allí aprovecharon los científicos para hacer diversos experimentos y mediciones. A pesar de que no se movía, el crucero de la nieve o pingüino, tenía como cualidad, un sistema de calefacción muy eficiente, que permitía dormir a sus huéspedes con apenas un par de mantas encima, así como unas habitaciones cálidas y confortables.

Después de un año, en 1941, debido a la faltas de fondos, toda la expedición antártica volvió a los Estados Unidos, presentándonos la parte más dramática de la historia: allí quedaría abandonado el gigante de las nieves. Aquellos que formaban parte de la aventura, esperaban que en un futuro cercano se volvieran a destinar fondos para el arreglo del "pingüino" pero nunca se llegó a dar esa situación.


No se volvió a saber nada del Snow Cruiser hasta el año 1958. Se encontraba en el mismo sitio en el que estaba, pero bajo metros de nieve. Lograron encontrarlo gracias a una caña larga de bambú que los expedicionarios habían colocado 17 años antes. Esta otra expedición accedió a su interior y encontró todo tal cual lo habían dejado en 1941. Un momento único, y supongo emocionante. Debió ser toda una experiencia viajar a la Antártida y encontrarte bajo el hielo una mole de metal que alguien abandonó diecisiete años antes.

Desgraciadamente esta sería la última vez que se vería al Antarctic Snow Cruiser. Nunca más se supo de él, y a día de hoy se desconoce su paradero. Lo cierto es que los hielos del ártico están en continuo movimiento, pudiendo encontrarse ahora en el fondo del océano o simplemente -la mejor opción- debajo de metros de hielo y nieve.




Fuentes: www.cabovolo.com | Wikipedia

Imágenes: www.motor.es





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Comentarios

  1. ¡Muy buen documento con fotos esplendidas.
    Ha sido un gustazo conocer de esta gelida aventura.
    Un aparato realmente impresionante, la altura y el tamaño de las ruedas es colosal, debiera serlo para albergar en su techo un avion.
    Una pena su final.
    Saludos.

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  2. Espectacular historia, creería que con los avanzados instrumentos que existen hoy, si se lo propusieran lo encontrarían rápidamente. Pero el tema es que les interese...
    Un verdadero mastodonte, son increíbles las máquinas que se construían en esos años.
    Se las extraña...
    Abrazo!

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  3. Xavi desde que vi las fotos de este aparato por primera vez y me puse a investigar de que se trataba, al leer su historia me enamoré de ella. Tiene de todo, y su final era para mí inesperado.

    Juanh, la verdad no sé si alguien estará dispuesto a financiar el coste de buscar, y sobretodo rescatar semejante crucero con ruedas. Que lo encontraran estaría muy bien pero por otro lado no sé si le quitaría romanticismo a la historia.

    Saludos a los dos!

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  4. Pedazo de bicharraco, parece un camión minero, no lo había visto jamas, gracias por traerlo hasta tu blog para enseñárnoslo...
    Un saludo!

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  5. Exacto Conry, inmediatamente recuerda a un camión minero o como yo los llamo: camiones de cantera.

    Saludos!

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